Música para muertos
Para una extraña mujer que sabe volar.
Deja la soledad intacta antes de empezar a
remover
Los escombros de un edificio que no se ha caído,
Ventila las habitaciones donde tu imagen se
paseaba
Dejando el agua en el piso y la ternura de un
pájaro caído.
Espera el contacto de mi mano de infierno en
la palma de tu paraíso,
Deja llover sobre tu espalda los miles de
versos extintos,
Deja que el viento sople las palabras que aún
no decimos;
Que tu soledad y la mía se aventuren a tomar
destinos distintos.
Tendrás que dejar las cortinas puestas para
que no me llegue luz,
Puedo morir en el contacto con un mundo para
mi desconocido,
Y aunque, con más tiempo que mi reloj ha
marcado,
Eres la que ha tomado la rienda de su destino
Y está arrastrando con el mío.
Déjame dibujar sobre mi memoria la finura de
unos labios
Que no son míos;
Que no serán de nadie, porque perteneces al
universo que admiro.
Soledad, habitaciones rotas, la violenta
imagen de tu silencio en mi oído.
Tienes, en tu mirada atlántica, el hielo de
mi pasado,
El bailar del humo de un cigarrillo que danza
con la música
De tus frases cortas, y tu sonrisa de timidez
congelada;
Te repito: deja la soledad intacta, donde el
polvo la ha consumido,
Deja que el viento atraiga tu sonrisa,
Que la deje descansar en mi abstracción,
Que desde ahora será la de un muerto
Que todo lo ha vivido.